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jueves, 6 de junio de 2013

"Conocer puede sumar"

Durante la visita a la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia estuvimos en el Museo de Ciencias Príncipe Felipe. En él vimos exposiciones interactivas que daban a conocer curiosidades científicas y tecnológicas.
Una de las que a mí me llamó la atención fue esta:



Consiste en un experimento en el que tienes que poner las manos en los dos círculos de los extremos, los cuales están calientes, durante unos quince segundos. A continuación pones ambas manos en el círculo de en medio, que está frío, pero no sientes nada.
De esta forma muestra que los animales de sangre caliente poseemos más receptores térmicos para el frío que para el calor. Además, su cantidad varía dependiendo de la zona del cuerpo. Aunque estos receptores se adaptan a la temperatura, cuando la corporal desciende bruscamente comienzan a informar sobre el cambio térmico pero al cabo de unos segundos dejan de hacerlo. Esto quiere decir que sentimos más frío cuando la temperatura de la piel desciende bruscamente que luego, al permanecer durante un tiempo a esa misma temperatura.
Este tipo de respuestas explican el grado extremo de calor que se siente al entrar en una sauna, la posterior adaptación a ese calor, y el frío que se siente al salir, por ejemplo.


Celia Romero González - 1ºG

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