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sábado, 6 de octubre de 2012

El reto del control remoto neural

Procedencia de la imagen

¿Puede una máquina leer la mente de una persona? La empresa estadounidense Cyberkinetics está a punto de descubrirlo. Tiene previsto implantar un diminuto procesador en el cerebro de cinco personas paralíticas, con el objetivo de permitirles usar un ordenador sólo mediante el pensamiento. Ésto podría, finalmente, ayudarles a comunicarse mejor o incluso a manejar mecanismos mediante una especie de control remoto neural.


La combinación de humano y máquina es desde hace tiempo un elemento de la ciencia-ficción. De hecho, a los participantes en el ensayo clínico de Cyberkinetics les saldrá de la cabeza un cable que los conectará a los ordenadores. Pero en la vida real, varios grupos de investigación han implantado en monos dispositivos similares de control neural que han establecido las bases para que el ensayo se pueda realizar en personas.

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Estos sistemas no emiten corriente: escuchan las señales eléctricas producidas por el funcionamiento de las neuronas cerebrales. El objetivo es distinguir un patrón de actividad neuronal que indique la intención de iniciar un movimiento físico determinado.
En los ensayos con monos sin ninguna parálisis, se los entrena para realizar una tarea, como mover un cursor, mientras se estudia un subconjunto diminuto de sus neuronas. Después de asociar distintos patrones de señales neuronales con diferentes movimientos corporales, se cambia el control del cursor al cerebro de   los animales. En algunos estudios, los monos parecieron finalmente darse cuenta de que ya no necesitaban mover los brazos para efectuar tareas. Los tetrapléjicos del estudio no podrán mover los brazos para ensayar el sistema, lo cual dificultará las cosas. Lo que deberán hacer es imaginar que mueven los brazos.

 En el pasado ya se han realizado pruebas similares a éstas con mejores o peores resutados. Aunque Cyberkinetics es la primera dispuesta a sacar un producto al mercado.

Para implantar el procesador, habrá que practicar un orificio en el cráneo del paciente, por encima del oído. El aparato mide unos dos milímetros cuadrados, estará situado en la corteza motora, encargada del movimiento. Los electrodos, que son como púas que sobresalen de la superficie del chip, se introducirán en la superficie cerebral hasta una profundidad de un milímetro.
Posteriormente, técnicos de la empresa visitarán a los participantes varias veces a la semana en su casa para comprobar el sistema. El ensayo durará un año, y después se retirarán los procesadores en una nueva intervención. 

Algunos científicos dudan de que los beneficios superen los riesgos.Una de las razones es que la abertura de la piel es permanente y presenta riesgos de infección.
Sin embargo, hay quien opina que este sistema podría ser fantásticamente útil para personas paralizadas.

Patricia Enríquez Calzada 1ºF nº11

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