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sobre Alfred Wegener
Alfred Wegener nació en Berlín el 1. ° De noviembre de
1880. Estudió meteorología y astrofísica en su ciudad natal y más tarde en
Heidelberg e Innsbruck. Después de doctorarse en 1904, comenzó a trabajar en el
Observatorio Aerodinámico de Lindenburg.
A partir de 1909
sirvió la cátedra de meteorología, astronomía práctica y física cósmica en la
Universidad de Marburgo (Alemania). Integró varias expediciones a Groenlandia.
En 1912, Wegener conoció a Else Köppen, quien en 1913 se
convirtió en su esposa. En 1924 fue catedrático de Meteorología en la
Universidad de Graz (Austria) de 1924 a 1930. Renovó la idea de que todos los
continentes estuvieron en un momento dado unidos en una gran área de tierra que
él llamó Pangea. Su teoría de la deriva parecía más aparente que la de puentes
terrestres que conectaban todos los continentes.
Propuso un mecanismo para la deriva continental que
centró en su afirmación que la rotación de la tierra originó una fuerza
centrífuga hacia el ecuador. Pensaba que Pangea se originó cerca del Polo Sur y
que la fuerza centrífuga del planeta originó que el Protocontinente se rompiera
y los continentes resultantes vayan a la deriva hacia el ecuador. Sus teorías,
descritas en El origen de los continentes y de los océanos (1915), no fueron
corroboradas por los científicos hasta el año 1960, cuando la investigación
oceanográfica descubrió el fenómeno conocido como expansión del fondo del mar.
Wegener fue un gran profesor, un eminente teórico y un
valeroso explorador, y sorprendía agradablemente a sus alumnos al ilustrar sus
clases con fotografías obtenidas en sus expediciones.
El científico emprendió otra gran expedición a
Groenlandia en búsqueda de pruebas de la deriva continental. Falleció recién
cumplidos sus 50 años, el 2 de noviembre de 1930, cuando realizaba el viaje de
regreso de la estación Eismitte, donde había llevado provisiones, durante una
noche polar a 54 °C bajo cero y en medio de una tormenta.
Entre sus numerosos viajes cabe destacar el primero,
en 1908, donde fue a Groenlandia en una expedición del danés Ludwig Mylius-Erichsen, que tuvo como objetivo
explorar la última pieza desconocida de la costa noreste de Groenlandia.
Wegener construyó la primera estación meteorológica en Groenlandia,
Danmarksshavn.
En cuanto a los premios y reconocimientos que tiene se ha
de saber la existencia de dos cráteres con su nombre, uno en Marte y otro en la
Luna, también un asteroide lleva este peculiar nombre y finalmente el premio
Alfred Wegener del Instituto Alfred Wegener, que rinde obviamente homenaje a
este gran científico, creado en 1980.
La propuesta de Wegener no fue muy discutida hasta 1924,
cuando su libro fue traducido al inglés, francés, español y ruso. Desde ese
momento hasta su muerte, en 1930, su hipótesis de la deriva tuvo muchas
críticas hostiles. El respetadlo geólogo norteamericano R.T Chamberlain afirmó:
“ La Hipótesis de Wegener es en general
del tipo de las hipótesis poco fundadas, en las que se toman considerables
libertades con nuestro planeta, y está menos ligada por restricciones o atada
por hechos desagradables e inconvenientes que la mayoría de sus teorías
rivales. Su atractivo parece radicar en el hecho de que se desarrolla un juego
en el cual hay pocas reglas restrictivas y un código de conducta poco
estipulado “
Rechazo de la hipótesis de la deriva continental
Una de las principales objeciones a la hipótesis de
Wegener parece haber procedido de su incapacidad para identificar un mecanismo
capaz de mover los continentes a través del planeta. Wegener sugirió dos
mecanismos posibles para la deriva continental. Uno de ellos era la fuerza
gravitacional que la Luna y el Sol ejercen sobre la tierra y que provoca las
mareas. Wegener argumentaba que las fuerzas mareales afectarían principalmente
la capa más externa de la Tierra, que se deslizaría como fragmentos
continentales separados sobre el interior. Sin embargo, el destacado físico
Harold Jeffreys contesto correctamente con el argumento de que las fuerzas
mareales de la magnitud necesaria para desplazar los continentes habrían
frenado la rotación de la Tierra en cuestión de unos pocos años.
Wegener sugirió también, de manera incorrecta, que los
continentes más grandes y pesados se abrieron paso por la corteza oceánica de
manera muy parecida a como los rompehielos atraviesan el hielo. Sin embargo, no
existían pruebas que sugirieran que el suelo oceánico era lo bastante débil
como para permitir el paso de los continentes sin deformarse él mismo de manera
apreciable en el proceso.
En 1929, una fuerte oposición a la idea de Wegener
procedía de todas las áreas de la comunidad científica. A pesar de estas
afrentas, Wegener escribió la cuarta y última edición de su libro, manteniendo
su hipótesis básica y añadiendo nuevas pruebas de apoyo.
En 1930, hizo su cuarto y último viaje a la zona glaciar
de Groenlandia. Aunque el objetivo fundamental de esta expedición era estudiar
el duro clima invernal en esta isla cubierta de hielo, Wegener continuó
comprobando su hipótesis de la deriva continental. Wegener creía que las
determinaciones repetidas de la longitud en el mismo punto exacto verificarían
la deriva de Groenlandia hacia el oeste con respecto a Europa. Aunque los
primeros esfuerzos en los que se utilizaron métodos astronómicos parecían
prometedores, los trabajadores daneses que tomaron las medidas en 1927, 1936,
1938 y I 948 no encontraron pruebas de la deriva. Por tanto, la prueba
fundamental de Wegener fracasó y su hipótesis perdió crédito. En la actualidad
las técnicas modernas permiten a los científicos medir el desplazamiento
gradual de los continentes que Wegener había esperado detectar.
En noviembre de 1930, mientras volvía de Eismitte (una estación
experimental localizada en el centro de Groenlandia), Wegener murió junto con
su compañero. Su intrigante idea, sin embargo, no murió con é1.
¿Qué fue mal? ¿Por qué no fue capaz Wegener de modificar
el punto de vista científico establecido de su época?
En primer lugar, aunque el núcleo de su hipótesis era
correcto, contenía muchos detalles incorrectos. Por ejemplo, los continentes no
se abren paso a través del suelo oceánico, y la energía de las mareas es
demasiado débil para impulsar el movimiento de los continentes. Además, para
que cualquier teoría científica exhaustiva gane aceptación, general, debe hacer
frente al examen crítico desde todas las áreas de la ciencia. Esa misma idea
fue comentada muy bien por el propio Wegener en respuesta a sus críticos cuando
dijo:< más primitivos, y la verdad de la cuestión sólo puede alcanzarse
combinando todas estas pruebas. A pesar de la gran contribución de Wegener a
nuestro conocimiento de la Tierra, no todas las pruebas apoyaban la hipótesis
de la deriva continental como él la había formulado. Por consiguiente, el
propio Wegener respondió a la misma pregunta que probablemente él debió
formularse muchas veces. .
Aunque muchos de los contemporáneos de Wegener se oponían
a sus puntos de vista, incluso hasta considerarlo claramente ridículo, unos
pocos consideraron plausibles sus ideas. Entre los más notables de este último
grupo se encontraba el eminente geólogo sudafricano Alexander du Toit y el bien
conocido geólogo escocés Arthur Holmes. En 1937, du Toit publicó Our Wandering
Continents, donde eliminó algunos de los puntos más débiles de la teoría de
Wegener y añadi6 una gran cantidad de nuevas pruebas en apoyo de su revolucionaria
idea.
En 1928 Arthur Holmes propuso el primer mecanismo
impulsor plausible para la deriva continental. En el libro de Colmes Geológica
física, elaboraba esta idea sugiriendo que las corrientes de convección que
actúan dentro del manto eran responsables de la propulsión de los continentes a
través del planeta.
Para estos pocos geólogos que continuaron la búsqueda, el
apasionante concepto del movimiento de los continentes atraía su interés. Otros
consideraban la deriva continental como una solución a observaciones
previamente inexplicables. Sin embargo, la mayor parte de la comunidad científica,
en especial en Norteamérica, rechazó abiertamente la deriva continental o al menos
la trató con un escepticismo considerable.
En las dos décadas siguientes al fallecimiento de Wegener
en 1930, se arrojó muy poca luz nueva sobre la hipótesis de la deriva
continental. Sin embargo, a mediados de la década de los años cincuenta, empezaron
a surgir dos nuevas líneas de evidencia, que cuestionaban seriamente la
comprensión científica básica del funcionamiento de la Tierra. Una línea
procedía de las exploraciones del suelo oceánico y se tratará más adelante. La
otra línea de pruebas procedía de un campo relativamente nuevo: el
paleomagnetismo.
El campo magnético de la Tierra y el paleomagnetismo
Cualquiera que haya utilizado una brújula para orientarse
sabe que el campo magnético de la Tierra tiene un polo norte y un polo sur
magnéticos. En la actualidad estos polos magnéticos se alinean estrecha, pero
no exactamente, con los polos geográficos. (Los polos geográficos, o polo norte
y polo sur verdaderos, son los puntos en los que el eje de rotación terrestre
hace intersección con la superficie.) El campo magnético de la Tierra es
similar al generado por una barra imantada. Líneas de fuerza invisibles
atraviesan el planeta y se extienden de un polo magnético al otro. La aguja de
una brújula, un pequeño imán con libertad para rotar sobre un eje, se alinea
con esas líneas de fuerza y apunta hacia los polos magnéticos.
A diferencia de la fuerza de gravedad, no podemos
percibir el campo magnético de la Tierra; su existencia se revela porque desvía
la aguja de una brújula. De una manera parecida, ciertas rocas contienen
minerales que sirven como. Estos minerales ricos en hierro, como la magnetita,
son abundantes en las coladas de lava de composición basáltica. Cuando se
calientan por encima de una temperatura conocida como el punto de Curie, estos minerales
magnéticos pierden su magnetismo. Sin embargo, cuando esos granos ricos en
hierro se enfrían por debajo de su punto de Curie (aproximadamente 585 "C
para la magnetita), se magnetizan de manera gradual según una dirección
paralela a las líneas de fuerza magnéticas existentes en ese momento. Una vez
que los minerales se solidifican, el magnetismo que poseen permanecerá en esa
posición. A este respecto, se comportan de manera muy parecida a como lo hace
la aguja de una brújula: hacia la posición de los polos magnéticos existentes
cuando se enfriaron. Luego, si la roca se mueve, o si cambia la posición del
polo magnético, el magnetismo de la roca conservará, en la mayoría de los
casos, su alineamiento original. Las rocas que se formaron hace miles o millones
de años y que contienen un. , de la dirección de los polos magnéticos en el
momento de su formación se dice que poseen magnetismo remanente o
paleomagnetismo.
En mi opinión personal no creo estar capacitada para dar
mi opinión sobre este tema, ya que como he comentado más de una vez, no hay
nada que me fastidie más que las personas hablen sobre temas de los que saben
lo superficial – como me pasa a mí en este caso – Pero sin este impedimento,
diré que estoy de acuerdo con las ideas de Wegener ya que no deja de ser un
genio en su época, y cuando digo genio no me refiero a alguien con un talento
descomunal en el caso de Leonardo Da Vinci o Mozart, sino alguien que, aunque
la mayor parte del mundo le dijese que no, seguir con su idea y su
investigación. A mi modo de ver es muy fácil alcanzar el reconocimiento y el
éxito cuando todo el mundo está a tu favor, pero, ¿Cuántos duran cuando vas a
contra corriente? Creo que debe de ser muy difícil ver cómo crees en algo por
lo que el resto de la gente te crítica e infravalora tu trabajo, es decir,
llegar al punto en el que las personas ya ni respetan tu labor a de ser muy duro. Obviamente estoy dando mi
punto de opinión en un campo puramente subjetivo, habrá gente que diga que
acertó en parte, ya que tuvo fallos, y otras personas que se limitaran hacer
una lista de sus logros y aspiraciones, sin embargo, para mí, lo más importante
es esa persistencia y lucha por sus ideas y sueños, al fin y al cabo ¿Cuánto
tardamos en comprender que la Tierra no es plana? Yo creo que en este caso
sucede lo mismo, y lejos de ver los fallos considero más importante el poner la
idea principal, esa por así llamarla semilla, que corregir los fallos, que
también es importante.
Así pues, para finalizar, espero que este trabajo os haya
gustado o por lo menos que no os haya parecido tedioso.
Información sacada de: - El libro de Cultura Científica
de 1 Bachillerato
Lucía Cabeza Ferrero 1ºB
Por desgracia las imágenes no se ven, si se pincha en todo los enlaces saldrá la diferente información y contenidos.
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